El anuncio de Ayuso de la bajada de impuestos en la Comunidad de Madrid ha espoleado el debate de la financiación autonómica. De hecho la vicesecretaria del PSOE ya ha dicho que el tema está sobre la mesa.
El asunto de la financiación autonómica es el tema nunca cerrado de nuestro sistema político. Cada pocos años se cambia porque el encaje no acaba de ser bueno. Y el principal problema es la poca corresponsabilidad fiscal: por un lado las Autonomías soportan la mayor parte del gasto (Educación y Sanidad) y apenas tienen capacidad recaudatoria. Los incentivos son perversos: bajar lo poco que se puede recaudar y pedir más dinero al Estado central.
Los problemas de diseñar un sistema de financiación autonómico estable
El principal escollo para que un sistema sea estable es que las Comunidades apenas tienen capacidad recaudatoria. Y esto hace que tengan poca corresponsabilidad fiscal. Además el sistema actual se liquida a los dos años, con lo que las previsiones de lo que se va a recaudar son castillos en el aire.
Por otro lado tenemos un Estado muy asimétrico: tenemos autonomías punteras, con mucha potencia económica y población, y otras regiones muy grandes con poca población y niveles de paro más alto. Es complicado que llueva a gusto de todos.
El sistema actual tiene esto en cuenta: hay fondos que se transfieren por dispersión de población, por envejecimiento, etc. pero es un sistema poco claro y cada cierto tiempo surge el "el Estado nos roba" (y no solo en Cataluña).
El tercer elefante que tiene España es que tiene dos regiones con un sistema distinto, el País Vasco y Navarra, que recaudan sus propios impuestos y luego liquidan con el Estado por los servicios prestados. El sistema no es que sea malo, el problema es que el cálculo de esta liquidación siempre se hace mal y curiosamente estas regiones, que son bastante ricas, tienen un gasto por habitante más alto que en el resto de regiones. Esto desequilibra el sistema (aunque no mucho porque tienen poca población; un sistema así con Cataluña, como piden algunos políticos, sería la quiebra de la solidaridad interterritorial).
¿Cómo sería un sistema de financiación autonómico ideal?
Para que un sistema de financiación autonómico fuera bueno, duradero y justo lo ideal es que el Estado determinara una cartera de servicios mínimos (en Sanidad, Educación, renta de inserción, etc.). A partir de ahí se calcula lo que necesita cada región para poder prestar dichos servicios (por ejemplo, en Madrid los servicios Sanitarios serían menos costosos que en Castilla la Mancha, debido a que la población es más joven y menos dispersa).
Por otro lado se deja en manos de las Comunidades la prestación en si de los servicios, como en la actualidad. Y si quieren prestar más servicios que pongan sus propios impuestos.
¿Qué impuestos recauda cada cual? Lo ideal es que haya corresponsabilidad fiscal. Esto implica que cada Comunidad debería tener su propia Agencia Tributaria. Lo que no funciona de la actualidad es que el Estado recaude y reparta a los dos años, eso hace imposible que las Comunidades vean la relación entre lo que deciden y lo que recaudan y lo único que hagan es quejarse de las pocas transferencias.
En EEUU el sistema es parecido al menos en el impuesto de la renta: cada persona tiene que pagar impuestos federales y en su Estado. Para simplificar se podría hacer que, como hasta ahora, la declaración de la renta sea única.
Para que haya más tracción lo ideal sería que el IVA, que es un impuesto único en todo el Estado, lo recaude en exclusiva el Gobierno Central, y que el IRPF sea mayoritariamente autonómico (al contrario que ahora, que se reparten al 50% ambos impuestos)
Y también sería recomendable que no hubiera dos sistemas, es decir, que la parte foral pasara el sistema estándar. Sé que es complicado por lo que dice la Constitución y porque políticamente sería muy impopular en dichas regiones, pero lo cierto es que están "dopadas" de forma injusta.
Posibles conflictos
Con este sistema es muy posible que las regiones más ricas tengan capacidad, incluso con impuestos más bajos, a recaudar más y proporcionar mejores servicios que el resto de regiones. Pero esto ya sucede en la actualidad. Además hay cierta justicia en que las regiones que más recaudan tengan más capacidad financiera.
Por ejemplo en Alemania el sistema funciona de forma parecida: existen transferencias interterritoriales pero nunca una región rica recibe menos que una más pobre. Este sistema quizá no sería justo en España pues tenemos regiones muy despobladas con población muy mayor, y el gasto por habitante tiene que ser necesariamente mayor para unos servicios similares a los de otras regiones.
Otro conflicto que podría surgir es con el cálculo de lo que debe recibir cada región por los servicios mínimos. Podríamos entrar en una espiral de favores al igual que sucede con el cálculo del cupo vasco y concierto navarro. Pero lo cierto es que en el sistema actual ya se hacen este tipo de cálculos y se podrían hacer públicos para que la transparencia impida trapicheos.
También se podrían publicar las balanzas fiscales, excluyendo Seguridad Social que es caja única, para los debates siempre sean con datos, y no sobre impresiones o mentiras.
En definitiva, existe margen de mejora. Pero del pasado hay que aprender y nuestro sistema tensionó los conflictos autonómicos mucho durante la crisis (no hay más que ver Cataluña). Es hora de superarlo.